domingo, 25 de octubre de 2015

¿Un paso adelante contra la elusión fiscal?


Conoce bien las reglas para que puedas romperlas efectivamente
14º Dalai Lama (1935------)
Introducción

La Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, lanzó los resultados de sus estudios sobre las Reformas al sistema tributario internacional para frenar la elusión fiscal por parte de empresas multinacionales, (en inglés BEPS, Base Erosion and Profit Shifting) a principios de octubre del 2015.  El estudio le había sido encomendado por el G20 (grupo deliberativo de los 19 países con las mayores economías y la Comisión Europea).  Fue elaborado a lo largo de dos años, con la participación de 100 países, produciendo miles de páginas de informes.  El informe final es de más de 1.000 páginas con alto contenido técnico (también están disponibles los informes de base).  Para la mayoría de los interesados bastará con el Resumen Ejecutivo (en inglés) de las medidas propuestas.

La tarea surge como consecuencia de las recientes revelaciones sobre los bajísimos niveles de impuestos pagados sobre elevados ingresos en empresas multinacionales como Apple, Starbucks, Google y Amazon entre otras, “asignando” sus costos y beneficios a filiales creadas en diferentes jurisdicciones como Holanda, Luxemburgo, Irlanda y paraísos fiscales, las que les han concedido beneficios fiscales si localizan allí sus ingresos netos, y se aprovechan al hacer transacciones entre empresas afiliadas a fin de reducir al mínimo los impuestos.

Es también importante destacar que las medidas se refieren a la elusión fiscal y no a la evasión fiscal. Lo segundo son violaciones de las leyes y regulaciones fiscales, mientras que lo primero es uso creativo de las imperfecciones, lagunas y falta de coordinación en las disposiciones fiscales de los diferentes países.  Es completamente legal, pero para muchos es irresponsable desde el punto de vista de la sociedad (ver mi artículo Eludir y evadir impuestos: ¿Hasta dónde llega la irresponsabilidad empresarial? y el de Miguel Angel Moreno Izquierdo Argucias fiscales y responsabilidad social de las grandes empresas).

En aquel artículo comentábamos que:

¿Es responsabilidad de la empresa pagar impuestos que se pueden eludir?  Desde el punto de vista de muchos de sus dirigentes y de los que derivan dividendos y mejoras en los precios de las acciones posiblemente no, pero desde el punto de vista de la sociedad, sí.  ¿Por qué?

Los beneficios que han dado lugar a los potenciales impuestos que se evitan se derivan en buena parte de los esfuerzos de la misma empresa y de sus dirigentes y empleados, pero en buena parte se derivan de beneficios que la sociedad le otorga a las empresas por los cuales no paga nada o no paga su verdadero costo para la sociedad.

Las empresas han usado la infraestructura económica y social de los países donde se producen los bienes y servicios, pagados por los impuestos de otros contribuyentes.  Han recibido un “subsidio” de la sociedad a cambio de lo cual pagan muy pocos impuestos y los que pagan, lo hacen en países que no han tenido que hacer esas inversiones para respaldar sus operaciones.  No cumplen son sus responsabilidades de contribuir a los gastos e inversiones en educación, salud, defensa, seguridad ciudadana, infraestructura de transporte, etc. de los cuales se benefician.  La elusión fiscal no es solamente una cuestión de que el gobierno quiere recibir mayores ingresos fiscales, es cuestión de equidad.

La propuesta de la OCDE

La importancia de la tarea y de las acciones se destaca en que es un campo en el que se baten los intereses de los gobiernos y de buena parte de la sociedad con la creatividad y elevados recursos de las empresas.  La cantidad de dinero involucrada en la elusión fiscal es de centenares de miles de millones de dólares o euros.  Las empresas ponen los mejores talentos del mercado para lograr pagar el mínimo de impuestos posibles, explotando las competencias entre países para atraer recursos fiscales y las incompatibilidades e ineficiencias de los regímenes fiscales. Se toman al pie de la letra el consejo del actual Dalai Lama citado arriba.  Es una tarea sumamente rentable para las empresas y muy compleja para los gobiernos.

Las acciones recomendadas por la OCDE cubren un total de 15 acciones (es simbólico que las llaman acciones y no recomendaciones para enfatizar la necesidad de actuar y su no discrecionalidad).  Excede el objetivo de este artículo analizarlas en detalle ya que son de elevada complejidad técnica, baste con mencionar las más destacables:

·       Presentación de información por parte de las empresas sobre los impuestos que pagan alrededor del mundo, precios de transferencia, etc.;
·       Intercambio de información entre las autoridades fiscales sobre sus regímenes;
·       Control de los beneficios fiscales especiales que otorgan algunos países y prevención de abusos a los tratados fiscales;
·       Eliminación de las disparidades en el tratamiento fiscal de algunas transacciones financieras (préstamos e inversiones entre empresas afiliadas);
·       Control sobre los precios de transferencia de bienes y servicios entre las diferentes empresas (filiales, subsidiarias, empresas relacionadas);
·       Desarrollo de mecanismos para la resolución de disputas entre países sobre la fiscalidad; y,
·       Creación de un mecanismo multilateral para facilitar la implementación de las acciones.

Las acciones propuestas representan un masivo esfuerzo que cubre la mayor parte de las posibilidades de la evasión fiscal, pero no cierra todos los huecos. De la misma manera que los gobiernos dedicarán recursos para evitar la elusión fiscal, las empresas continuarán explotando todas las imperfecciones que encuentren.

¿Serán efectivas las acciones?

Para poner las propuestas en contexto es importante recordar que la OCDE es un think thank de los países desarrollados, aunque ha comenzado a admitir como miembros a países emergentes (34 países incluyendo Turquía, México y Chile, con 2.500 empleados). Como tal es un organismo que hace investigación sobre temas de desarrollo económico de acuerdo a los lineamientos de los países miembros y prepara recomendaciones de política económica.  No tienen capacidad ejecutiva, sus recomendaciones (aunque se llamen acciones) son solo sugerencias.  No obstante su reputación de rigor e imparcialidad hacen que sus recomendaciones sean tomadas en cuenta y aun cuando no hay consecuencias de ser ignoradas, el hacerlo suele implicar riesgos reputacionales. [i]

El éxito de las acciones dependerá, como es obvio, de su implementación efectiva y no hace falta destacar que es una tarea muy compleja. Cada país tiene regímenes fiscales diferentes. Algunos países ganarán y otros perderán con la implementación, algunos países, en particular los países menos desarrollados, no tienen la capacidad institucional para implementar algunas de las acciones.  La implementación efectiva puede tardar muchos, muchos años.  Son muchas las acciones legales que deben tomarse, desde cambios en las leyes, en los tratados internacionales, en las regulaciones nacionales sobre la operación de las empresas, en los regímenes fiscales, en las instituciones, etc.  Por ello, basados en la amplia experiencia que la OCDE tiene en ver que las “recomendaciones” de múltiples grupos de trabajo internacionales quedan en poco o nada, la acción número 15 pide la creación de un mecanismo multilateral para facilitar su implementación.

Pero para algunos, además de las dificultades de la implementación, no se ha resuelto el problema fundamental de la elusión. Se mantiene el principio de la independencia de las filiales, subsidiarias, y empresas relacionadas, lo que todavía permite la asignación y localización de los costos y beneficios.  Si bien se pretende controlar los precios de transferencia (por ejemplo las regalías o los servicios de gestión empresarial que una de las empresas paga a otra o los préstamos e inversiones intergrupo) es discutible cuál es su verdadero valor ya que no existe “un mercado” que tenga precios que puedan servir de referencia. Ello no obsta para que por lo menos se intente controlar lo controlable y poco a poco ir adquiriendo experiencia sobre el resto. Pero habiéndose dejado intacto el principio de independencia de las partes de la empresa es más difícil hacerlo.

Algunos proponen la consolidación, para propósitos fiscales, de todas esas partes, el gravamen del total y luego la distribución de los impuestos pagables entre los diferentes países de acuerdo a algunas fórmulas predeterminadas.  Ver por ejemplo los dos artículos publicados en The Economist en el número del 10 de octubre del 2015 Still slipping the net: Europe’s corporate-tax havens say they are reforming. Up to a point  y New rules, same old paradigm: A plan to curb multinationals’ tax avoidance is an opportunity missed, donde se analizan con más detalles los problemas de implementación de las acciones (tambíen se pueden consultar dos artículos en el blog The Conversation del 6 y 4 de octubre respectivamente: OECD’s new tax proposals won’t stop companies shifting profits to tax havens y Double trouble: why landmark OECD tax reform is doomed before it starts).

Pero las acciones ya están teniendo efecto.  En el primero de los dos artículos mencionados, The Economist reporta que:

“Amazon, por ejemplo, ha abierto filiales gravables en los países europeos en los que tiene muchos clientes; ya no todos los beneficios se están localizando en Luxemburgo. Algunas empresas ya están pagando mayores impuestos de forma voluntaria: la filial en Luxemburgo de un gran banco internacional ha prescindido de una disposición fiscal favorable y así pagar una mayor tasa efectiva porque, según un directivo, temía que pagar solo el mínimo requerido del 15% podría atraer titulares negativos. Y los países de bajos impuestos están desmantelando sus estructuras fiscales que permiten la minimización de los impuestos.”

“Y esta semana (la segunda de octubre) los países de la Unión Europea comenzaron con la implementación de las propuestas de reforma de la OCDE acordando el intercambio automático de información sobre sus disposiciones fiscales relacionadas con las transacciones entre países.”

Por otra parte, el 20 de octubre la Comisión Europea falló en contra de los acuerdos fiscales que Starbucks y Fiat habían logrado con los gobiernos de Holanda e Irlanda para la reducción de impuestos.  Si bien los montos a reintegrar son relativamente modestos para estas empresas, el precedente es significativo. Se están investigando a muchas otras empresas y sus acuerdos con algunos países.

En resumen

Las reformas propuestas por la OCDE son un gran esfuerzo, constituyen un gran avance en la definición del problema y sus posibles soluciones y están muy bien estructuradas aunque no atacan algunos de los principales problemas estructurales. Tienen gran potencial de éxito, pero como todo, dependerá de la voluntad y capacidad de los gobiernos de implementar las acciones, muchas de las cuales son complejas y requieren de gran coordinación y de mucho tiempo para ser implementadas.

No eliminarán la elusión fiscal por parte de las empresas, pero podrán limitar su extensión y aumentarán el costo para las empresas de hacerlo.  La batalla entre gobiernos y empresas continuará hasta que las empresas reconozcan que es su responsabilidad contribuir a través de los impuestos a costear la infraestructura física, económica y social que requieren para operar.

Mientras continúen creyendo que ello es solo responsabilidad  de los gobiernos y de las demás empresas, continuarán planificando su minimización de impuestos. Y mientras los gobiernos continúen compitiendo entre sí por la captura de impuestos de las multinacionales éstas podrán continuar con el juego del arbitraje regulatorio.

Es un gran paso hacia adelante pero no eliminarán la elusión fiscal.


[i] Por ejemplo las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales  son solo guías de comportamiento responsable pero pueden ser usadas por la sociedad para presionar a las empresas que las ignoren.

Los directivos “improductivos”: ¿No es creación de valor económico el evitar su destrucción?


El Prof. Antonio Argandoña publicó el 20 de octubre en su blog un provocativo artículo  Hay directivos que “sobran” en la empresa.  No en forma de pregunta sino en forma de afirmación.  Por supuesto que luego de argumentar que si bien en opinión de muchos directivos pueden sobrar algunos, los que llevan los temas de responsabilidad y compliance, el deshacerse de ellos conllevaría riesgos.  En su sencillez el artículo contiene profundas observaciones.

En el artículo comenta que para algunos directivos sus colegas que se dedican a promover esos temas dentro de la empresa no crean valor económico.  Pero en respuesta se hace una serie de preguntas:

 ¿Todo se reduce a crear valor, valor económico, a corto plazo, para los accionistas, para tener contentos a los inversores, y los demás que se fastidien? ¿No hay otros valores? ¿Crean valor económico los empleados que corrompen funcionarios, que incumplen la ley medioambiental, que compiten con las cartas marcadas, que dejan de pagar impuestos…? ¿Crean valor para la empresa, o la meten en riesgos de consecuencias que pueden ser desastrosas? (énfasis en el original).

Y concluye que:

Necesitamos directivos “improductivos”, de los que saben involucrar a las personas, “meterlas” en los proyectos de la empresa, convencerles de que hay que trabajar bien, sin engañar a nadie (ni siquiera al fisco), mejorando la reputación de la organización (que es lo que les gusta a los empleados, y lo que les permite dormir tranquilos por la noche) (énfasis en el original).

Da en clavo sobre uno de los grandes problemas que deben afrontar esos “directivos improductivos”.   Los que defendemos la importancia de que las empresas asuman sus responsabilidades ante la sociedad muchas veces nos vemos forzados a usar el “argumento empresarial”, o sea  que esa asunción de responsabilidad rinde beneficios económicos, en el corto o en el largo plazo.  Es la manera de convencer a los escépticos aunque como muy bien pregunta el Prof. Argandoña es que “¿No hay otros valores?”. Claro está que los hay, pero muchos directivos no los quieren o no los pueden ver ya que los incentivos positivos y negativos a su comportamiento suelen incluir solo los económicos…….. y en el corto plazo.  [i]

El artículo me tocó en lo más hondo. Hace algunos años el suscrito dirigía un departamento con funciones de responsabilidad y compliance que según la gran mayoría de mis colegas gerentes contribuía poco a la “creación de valor económico”, obstaculizábamos las operaciones al exigir compliance, identificando posibles riesgos sociales y ambientales que había que mitigar, aumentando los costos de las operaciones.  Era una opinión muy difundida dentro de la organización.

En una reorganización de esas que se hacen periódicamente para parecer que nos estamos poniendo al día se aprovechó para disolver mi departamento y dispersar la mayoría de sus funcionarios al resto de la institución para que “vez de molestar (la palabra usada fue otra) contribuyan a hacer más negocios”.  Se dejó un pequeño grupo, con menos poder, a cargo algunas funciones de compliance.  Allí fue cuando el suscrito tomo la jubilación anticipada y se dedicó a la promoción de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad. No puedo entrar a valorar cual fue el impacto de la “disolución” en gran parte porque no sé cómo les ha ido y no creo que haya habido una evaluación independiente. Y es muy posible que yo no haya sabido “gestionar” a mis colegas.

Mi lección aprendida es que no basta con tener razón hay que persuadir a los demás de que les conviene el compartir esa “razón”.  La clave está en que los demás hagan lo que tú quieres por voluntad propia y que estén orgullosos de ello. [ii]

En estos casos de los “directivos improductivos” la pregunta clave que hay que hacerse es la del título de este artículo:  ¿No es creación de valor económico el evitar su destrucción?  Claro está que se argumentará que la pregunta es hipotética,  ¿Cómo sabemos que está evitando la destrucción de valor?  ¿Qué pasaría si esos “directivos improductivos” no estuvieran?  ¿Sería solamente una reducción de costos y un mejora en productividad? 

Esto es lo que en economía se llama el “counterfactual”: ¿Qué hubiera sucedido si la acción no se hubiese tomado?  La respuesta nunca puede ser concluyente, pero la experiencia de muchas empresas que no tienen esos “directivos improductivos”, o no son efectivos, demuestra que han perdido valor a través de multas, de pérdida de reputación, de pérdida del favor de los clientes o consumidores, de bajas en la productividad de sus empleados, en fin, de los mismos argumentos que se esgrimen en forma positiva para defender la asunción de las responsabilidades ente la sociedad.  Y por supuesto, porque hacerlo es lo correcto, es lo ético, es lo moral, rinda o no beneficios económicos en el corto plazo.

Como dijo Lars Rebien Sørensen CEO de Novo Nordisk en una entrevista en ocasión de su selección como el CEO de mayor rendimiento en 2015 por el Harvard Business Review: RSE no es otra cosa que la maximización de valor en el largo plazo” ….. “en el largo plazo los temas medioambientales y sociales se convierten en financieros”. [iii]

Hace falta tener visión de futuro para entender que evitar la destrucción de valor es creación de valor.






[i] Ver mi serie de artículos Sin incentivos no hay paraíso.

[ii]Por liderazgo queremos decir el arte de logar que una persona haga lo que queremos por voluntad propia”, D. Eisenhower, 34º Presidente EEUU)

[iii] Sobre los problemas con ese ranking ver mi artículo Algo es algo: Algo de RSE en un Ranking de CEO).

domingo, 18 de octubre de 2015

Algo es algo: Algo de RSE en un Ranking de CEO


¡Otro ranking! 

Harvard Business Review publicó en su número de noviembre del 2015 un  ranking de los CEOs (Consejeros Delegados, Presidentes de empresa) “con mejor rendimiento”, The best performing CEO in the World.  Primero haremos unos breves comentarios para entender su contenido y significado para luego considerar el papel que se le hado a la RSE en su calificación. 

El público no puede resistir un ranking, que atractivos son. ¡Cómo se prestan a titulares de prensa! Ojala hicieran tanto bien como popularidad tienen.

Hasta el año pasado el ranking estuvo basado en criterios exclusivamente financieros (rendimiento en bolsa, capitalización en el mercado) pero este año el Harvard Business Review vio la luz, recibió una revelación y decidió incorporar a los rankings aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG en inglés), apoyándose en los análisis de Sustainalytics.  Pero para no exagerar, solo le asignaron el 20%, el otro 80% siguen siendo criterios bursátiles.  Mala suerte si tu empresa no cotiza en bolsa, no puedes estar en la lista de los mejores.  Es que hay que cotizar en bolsa y ser grande!! (los 907 candidatos analizados provienen del índice S&P 1200).  EEUU tiene 41 de los 100, le siguen Francia y el Reino Unido con 9 cada uno.

No es tan importante quien está o no esta en la lista ni su posición relativa.  Lo importante en este caso es que se empieza a incluir el rendimiento en temas ASG como criterio de calificación.  A lo mejor para salir y subir en la lista algunos CEO se preocuparan más por temas ASG. ¡Ojala!

La ironía de la importancia del componente financiero es que el ganador,  Lars Rebien Sørensen CEO de Novo Nordisk (empresa farmacéutica especializada en productos para la diabetes, con un excelente informe se sostenibilidad integrado) dice que “RSE no es otra cosa que la maximización de valor en el largo plazo” ….. “en el largo plazo los temas medioambientales y sociales se convierten en financieros”.  ¡Bien dicho!  Se merece el ranking de #1.

No encontré en la lista a Paul Polman el CEO de Unilever, una de las empresas más responsables del mundo.  Tampoco apareció Unilever en la lista de las empresas más responsables del mundo del Reputation Institute, el que calificó a Volkswagen como número 11 en el mundo (quizás los que opinan no conocen que las marcas Ben and Jerry´s, Pepsodent, Q-tips, Dove, Lipton´s, Knorr y otras decenas más son Unilever).  En la lista del HBR tampoco está el famoso Warren Buffet, aparentemente por falta de transparencia.

La introducción del 20% de criterios ASG le costó a Jeff Bezos, el CEO de Amazon el primer puesto que había obtenido en el 2014.  Ahora salió número 1 en criterios financieros (a pesar de que Amazon tiene muy pocas ganancias contables), pero #87 en global, #828 en ASG.  Ver el artículo Amazon’s Jeff Bezos plummets down corporate leader rankings en el Financial Times del 12 de octubre 2015, (requiere registro).

Y el ranking de Jeff Bezos es relativamente típico de los demás CEO.  Son pocos los de los mejores 100 en lo financiero que están entre los mejores 100 en los indicadores ASG.  La mayoría de los Top 100 en lo global no están entre los primeros 100 en ASG.  Parece haber una correlación negativa entre el ranking financiero y el ranking ASG.  Mientras más alto en uno, más bajo en el otro Contrario a lo que nos gustaría ver (no tengo acceso a la base de datos de los 907 CEO analizados como para hacer un análisis riguroso). 

¿Se puede distinguir el rendimiento del individuo del de la empresa, dirigida por decenas de otras personas y gestionada por miles y miles de personas?  No hay que quitarle el mérito al líder, pero de allí a decir que es el responsable del rendimiento financiero, ambiental, social y de gobernanza de las empresas hay un inmenso trecho.  Si el mérito fuera del líder, los rankings deberían cambiar poco de año a año, pero cambian y mucho.

En cuanto a la participación de los de habla hispana hay cuatro CEO entre los Top 100.  España tiene tres: Pablo Isla (Inditex, ropa, #3 en el global y #49 en ASG) Florentino Pérez (ACS, construcción, #13 y #280) e Iñigo Meirás (Ferrovial, construcción, #51 y #35).  Argentina tiene uno Paolo Rocca (Tenaris, acero, #62 y #504).  Y como ejemplo de lo que comentamos en el párrafo anterior, ¿es Paolo Rocca el malo en temas ASG o es que es mucho más difícil para la industria del acero?

Martin Winterkorn, ex de Volkswagen estuvo calificado como el número 20 global y 46 en temas ASG (¡los ranking siguen demostrando sus deficiencias!). [i] Desde el punto de vista negativo aquí si podemos decir que el malo es él (y algunos de sus empleados) no toda la empresa.

Y falta mucho en términos de equidad de género: 98 hombres, 2 mujeres (Debra Cafaro de Ventas, empresa de bienes raíces en el #47 y Carol Meyrowitz, TJX, minorista de ropa descontada, #81)

Otro caso de rankings en busca de publicidad.  Pero por lo menos reconocen que el rendimiento incluye el comportamiento en temas RSE.


domingo, 11 de octubre de 2015

Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus implicaciones para la responsabilidad de las empresas ante la sociedad. IIa. Parte: ¿Qué pueden/deben hacer las empresas?



I.                Papel de las empresas en el logro de los ODS

A pesar de las dificultades derivadas de los ambiciosos y desenfocados ODS que mencionábamos en la primera parte de esta artículo (disponible aquí), a pesar de no estar dirigidos explícitamente a las empresas, estas pueden y deben tomarlos como guías para las acciones que puedan/quieran emprender como parte de su responsabilidad ante la sociedad dirigida a potenciar sus impactos positivos e identificar otras acciones a emprender fuera de su contexto tradicional.  Así como el Pacto Mundial sirvió como listado ilustrativo para guiar algunas de las acciones de las empresas, los ODS también podrán hacerlo y darle contexto a su comunicación. En las 169 metas, hay para todos los gustos.

Pero la pregunta clave para juzgar el impacto de los ODS es  “¿que habrían hecho las empresas si no existieran los ODS?  La experiencia con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODM, puede servir de guía, ya que si bien no tenían a las empresas como objeto de los objetivos (valga la redundancia), algunas se asociaron espontáneamente y la respuesta a aquella pregunta parecería ser que “no mucho”, que fueron usadas más como instrumento de ganarse el favor de la sociedad: “De lo que hemos hecho, miremos que se puede decir que lo hacemos en apoyo a los ODM y reportémoslo como tal.  No se puede generalizar, habrá habido empresas que no tenían entre sus planes contribuir a los ODM más allá de hacer lo que venían haciendo y otras a las que estos las estimularon a intensificar o expandir sus actividades.  Pero estas serían las empresas de los extremos, las que no estaban haciendo mucho o aquellas más ilustradas.

Claro está que hacer una contribución tangible al desarrollo sostenible no está al alcance de todas las empresas.  Son pocas las que pueden hacer un impacto notable y son pocas las que tienen los recursos gerenciales como para incorporarlos en sus estrategias de sostenibilidad.  Esto posiblemente esté limitado a las grandes multinacionales y algunas empresas que por su envergadura o por el tenor de sus actividades (sectores de salud, educación, alimentación, etc.) estén en condiciones de hacerlo. Y aquí nos referimos a esfuerzos incrementales, a actividades que no se han estado haciendo o que no se iban a hacer de todas maneras.  Es muy fácil, y es una reacción natural de las empresas, que cuando se les exigen intervenciones en ciertas áreas hacen un inventario de sus actividades que puedan ser imputadas a esas exigencias y así darlo por cumplido (ver el artículo Obligación de gastar en RSE: ¿Es efectiva? en el que se analizan los casos de Colombia e India donde se ha hecho obligatorio para algunas empresas).  Sí, las grandes empresas ya están actuando en las metas de los ODS como parte de su negocio normal pero la expectativa sería que los ODS las estimule a contribuir aún más[i].  Es la “adicionalidad” lo que cuenta, lo que se hacer, no la imputación ex post de lo se ha hecho en el pasado.

Es de esperar, por ejemplo, que si la empresa tiene un programa de educación para mujeres ejecutivas dirá que está contribuyendo a la meta 5.5  “Velar por la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo ……” y a la meta 10.2  “Para 2030, potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, independientemente de su edad, sexo……” .  Nótese que las metas dicen “velar” y “potenciar y promover” no dicen “lograr”.

¿Son los ODS solamente para las Telefónicas, Repsols, Unilevers, Nestlés, Nike, IKEA, Google, etc. del mundo?  (“the usual suspects” como se dice en inglés). De hecho, en el único lugar donde se menciona “empresa” en las 169 metas es en la meta 12.6 donde se menciona como objeto a las grandes y multinacionales. En esta segunda parte del artículo analizamos lo que podrían/deberían hacer estas empresa y las implicaciones que puedan tener para otras empresas interesadas.  Esperemos que su interés sea legítimo y no solamente para poder presumir de que se han incorporado al esfuerzo de los ODS (por lo menos en los primeros años habrá mucho interés por esta razón, hasta que pase la novedad).

Para algunos [ii] los ODS proporcionan un marco de referencia para la innovación y para identificar oportunidades de inversión y de actuación. El suscrito es más escéptico o más optimista con respecto a la creatividad de las empresas y no cree que la inteligencia estratégica de las empresas (sobre todo las grandes) necesite de los grupos de trabajo de la ONU para identifiar oportunidades de negocios.  No obstante, es posible que indiquen áreas de inversión del sector público donde algunas empresas puedan participar, por ejemplo en infraestructura social

II.             Apoyo para las empresas

Aprendiendo de la experiencia no tan fructífera de los ODM, esta vez se incorporó al sector privado en las deliberaciones y se lo quiere involucrar en el logro de los ODS.  Sabiendo del escepticismo de las empresas, de la complejidad y dificultad que presentan, la ONU junto con el GRI y el World Business Council for Sustainable Development, WBCSD (organización que agrupa amas de 200 de las mayores empresas del mundo en la promoción de su responsabilidad social y del desarrollo sostenible) ha producido una “brújula” para orientar a las empresas el   SDG Compass; Guide for business action on the SDGs (Brújula de los ODSs: Guía para la acción de las empresas en los ODS). Fundamentalmente la guía recomienda un proceso de implementación de cinco etapas: (1) Entender lo que quieren decir los ODSs para la empresa; (2) Analizar las posibilidades para la empresa y establecer prioridades; (3) Establecer un programa de acción, indicadores y anunciar el compromiso; (4) Integrar el programa en la empresa; (5) Reportar y comunicar.  La clave para el programa es anunciar el compromiso y después reportar. Es este sentido sería como un “Súper Pacto Mundial” aunque sin tener que firmar la carta de adhesión.

Esta brújula de los ODS debería constituir el marco de referencia para que las empresas establezcan sus estrategias de involucramiento en los ODS.  Los pasos propuestos en el gráfico siguiente se explican por sí mismos y no hace falta comentarlos. Solamente queremos destacar la cuarta etapa en el paso tres y la segunda en el paso seis: anunciar públicamente los compromisos que se adquieren y reportar sobre su cumplimiento. Esto puede ser la clave para un involucramiento real, duradero, sincero, no efímero, no circunstancial, como comentamos más adelante. 



Como comentábamos en la primera parte de este artículo, el sector privado fue incorporado tarde y mal en la implementación con los antiguos ODM y ahora la ONU está creando desde el inicio, redes para apoyar la implementación de los ODS.   Una de ellas ha sido creada para servir a las empresas, Business for 2030, creada por el United States  Council for International Business, USCIB.  Esperemos que estas redes se extiendan a otros países y sean más universales.  En un correo que recibí, después de escribir los párrafos anteriores, anunciando la creación de esta red, dice varias cosas, con mucha candidez, que son muy indicativas del enfoque del sector privado a los ODS:  “El objetivo es hacer a la ONU más consciente de las positivas actividades que el sector privado ya está haciendo…”.  O sea, que parte del objetivo de participar es ganar puntos reputacionales.  También dice “ ……..ya hemos incluido más de 130 iniciativas (parte del negocio o de los esfuerzos filantrópicos) para más de 30 empresas cubriendo 70 de los 169 metas”.  O sea, que imputaremos a los ODS lo que ya hacemos.  Nada de malo en todo esto, pero ojalá que apoyen aunque solo se enteren los beneficiarios y que sean actividades nuevas, adicionales, incrementales.  De estas citas también es significativo el hecho de el Consejo cree que ya colaboran en más de 70 de las 169 metas.  Sin ser el sector privado el objeto de los ODS parece que hay mucho margen para la actuación.  Por ejemplo, ya se anunciaron más de 35 compromisos por parte de empresas en el Foro del Sector Privado de la ONU que se celebró con motivo de la aprobación de los ODS.

Para apoyar la implementación, el Pacto Mundial está desarrollando una serie de Matrices Sectoriales para los ODS que contienen guías para las empresas sobre como contribuir y casos de empresas que ya lo están haciendo. A octubre del 2015 se había producido la matriz del sector financiero y estaba en preparación la del sector transporte.  Son muy ilustrativas y ahorran mucho trabajo de análisis.

Es tanto el interés que hasta se ha desarrollado un sitio para que crees tu meme en apoyo a tu ODS favorito:  Global Alliance Goals.

Esto son solo algunas de las iniciativas tendentes a facilitar la participación de las empresas en el logro de los ODS. Es de esperar que en los próximos meses y años, estas iniciativas proliferen.  Posiblemente habrá demasiadas.  Los ODS contribuirán al desarrollo sostenible de las firmas de consultoría y los organizadores de eventos. Son un gran negocio.

III.           ¿El Súper Pacto Mundial?

Pero la clave, como en el caso del Pacto Mundial, es ¿quién le hace el seguimiento, cuales son las consecuencias?  ¿Cuáles son las consecuencias de no cumplir con los objetivos del Pacto Mundial normal? Ninguna, las empresas solo tienen la obligación de informar, no de hacer, no de lograr.  Otro caso semejante fue el de la Cumbre Rio + 20 ¿Cuántos compromisos hicieron las empresas en la Cumbre de Rio + 20 y cuántos se cumplieron? ¿Cuál ha sido el impacto? (ver mi artículo Río + 20: Lo que el Rio nos dejó).

Como mencionábamos, la Brújula de los ODS sugiere anunciar compromisos y reportar sobre sus avances.  Las empresas deberían reportar públicamente, en sus informaciones sobre sostenibilidad, sobre sus compromisos en el corto, mediano y largo plazos y reportar periódicamente sobre el progreso en términos de impactos, no solo de recursos comprometidos o resultados obtenidos.  ¿Qué cambios se han logrado en el desarrollo sostenible?

Esto es lo que ya hacen algunas empresas, lamentablemente muy pocas, en sus metas de sostenibilidad, aunque solo a nivel de indicadores, no de impacto. Hay una reticencia natural de las empresas a comprometerse,  en algunos casos debido a las posibles consecuencias legales y en otros simplemente porque quieren mantener a toda costa la flexibilidad de la gestión.  Ojalá estos compromisos fueran legalmente vinculantes y no solamente expresiones de buenas intenciones. En esto se podría usar el modelo de las empresas por beneficios, que se comprometen, legalmente, a balancear beneficios financieros y sociales. [iii]

El problema con todas estas iniciativas como el Pacto Mundial, los ODM y ahora los ODS es que tienen beneficios y costos muy asimétricos. Tienen beneficios reputacionales por participar, por figurar, pero como no implican obligaciones, o las obligaciones son consigo mismos no hay costos de incumplimiento.  Estas iniciativas, para ser efectivas, más allá de las buenas y honestas intenciones de algunas empresas necesitan la presencia y activismo de una sociedad civil comprometida, activa y con recursos, de instituciones de seguimiento y control más allá de los patrocinadores de los ODS. 

Y esto debería venir acompañado (¡utopía!) de instituciones de la sociedad civil que hagan el seguimiento y control público de estos compromisos y su cumplimiento.

IV.            Que pueden/deben hacer las empresas

A pesar de estas dificultades con los ODS las empresas no deben lavarse las manos y decir que no les competen o que si les competen no pueden hacer nada porque son objetivos difusos o porque nadie se entera.

Usemos como ejemplo el único objetivo que tienen una meta específicamente dirigida a las empresas, el Objetivo 12   “Garantizar un consumo y patrones de producción sostenibles” (¿de quién es la responsabilidad de garantizar?) cuya meta 12.6 que dice: Alentar a las empresas, en especial las grandes empresas y las empresas transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles e incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes (¿basta con alentar?). Una parte del objetivo está dirigida a las empresas, lo que comentamos a continuación, y la otra a nosotros los individuos consumidores que comentaremos en la siguiente sección. [iv]

La meta es tan general que incluye todo tipo de actividades relacionadas con la responsabilidad de la empresa ante la sociedad: “que adopten prácticas sostenibles”.  No proporciona guías para la acción, no añade nada. Antes por el contrario, hace aparecer como si esa responsabilidad se evacuara con “algunas prácticas”, en vez de pedir que asumieran la responsabilidad por sus impactos como pide la Unión Europea, que es un lenguaje igualmente sencillo pero más incluyente, más cerca de la responsabilidad total que la sociedad debe exigir. Todavía faltaría por exigir que hagan todo el bien que puedan, que busquen, proactivamente impactos futuros (negocios inclusivos, desarrollo económico local, etc.), más allá de la responsabilidad por impactos pasados y presentes (ver mi artículo ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE?).  En cuanto a que “incorporen información sobre sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes”, tampoco añade nada a las prácticas habituales.  Se puede decir que la gran mayoría de las empresas podrán decir que han contribuido a la meta 12.6 sin hacer prácticamente hace nada nuevo, sin que ello quiera decir que el mundo es más sostenible.  Habrán adoptado algunas prácticas y reportado sobre ello.

Si el objetivo es que “hagan más cositas”, entonces la guía para la acción son los otros objetivos y metas. No es posible ser exhaustivo en el análisis y en este sentido no cabe más que recomendar que se sigan los cincos pasos de la “Brújula de los ODS” del WBCSD mostrados en la figura precedente.  Cada empresa es diferente, opera en un contexto diferente y asume una responsabilidad ante la sociedad diferente.  Cada una determinará en lo que puede contribuir, presumiblemente dentro de sus líneas de negocios.  Lo que debe quedar claro es que ello no implica salirse de su estrategia de negocios, se trata de informar esa estrategia con la amplia visión que aportan los ODS y adaptarla.  Sería un grave error, aun para las empresas grandes, tratar de hacer de todo con tal de decir que contribuyen al logro de los objetivos (ver mi artículo ¿Hay que hacer de todo?: Sobre los riesgos de generalizar en RSE).

Se han hecho varias encuestas sobre el papel de las empresas en el logro de los ODS, pero lamentablemente es muy difícil  que añadan valor. Por ejemplo, la encuesta de PwC, Make it your business: Engaging with the Sustainable Development Goals pide a los encuestados seleccionar los cinco ODS más relevantes para la empresa.  Cada sector industrial tiene diferentes prioridades y seguramente dentro de cada sector industrial también variarán por empresa y por país.  Adicionalmente si se analiza que contiene cada uno de esos ODS vemos que hay una gran variedad de metas que el titulo muy general del respectivo ODS no puede recoger.  Por ejemplo el Objetivo 9 “Construir infraestructuras resistentes, promover una industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación” incluye metas en construcción de infraestructuras, investigación y desarrollo científico, desarrollo tecnológico, innovación, industrialización, acceso de las PyMEs a los mercados financieros, producción limpia, entre otros.  Si respondemos que el objetivo 9 es una prioridad para nuestra empresa, ¿qué queremos decir? ¿Infraestructura? ¿Financiamiento de PyMEs? ¿Desarrollo tecnológico? ¿Innovación?  Punto menos que imposible que una empresa pueda actuar en todos estos frentes.

Esta misma encuesta presenta también unos resultados muy sorprendentes, para el suscrito, sobre España.  Por ejemplo dice que el 86% (¡!) de las empresas españolas conocen y están comprometidas con los ODS, el 71% están trabajando en planes de implementación y el 31% ya los tiene listos.  El 80% de los ciudadanos de Argentina dicen que es muy importante que las empresas se adhieran a los ODS (¡el 80% sabe lo que lo son los ODS!), pero solo el 50% en EEUU.  Se recomienda al lector que lea el estudio y saque sus conclusiones sobre el valor de las encuestas para guiar las prioridades de las empresas.

Y hay otros resultados que relevan mucho del interés de las empresas en los ODS.  En la encuesta había una pregunta: “¿Si Ud. supiera que una empresa se ha adherido a los ODS, haría esto más posible que Ud. comprara sus productos y servicios?”.  El 95% de los brasileños y 86% de los argentinos dice que sí (¿que otra respuesta se podría esperar?).  O sea, que la “adhesión” a los ODS parece ser un excelente negocio para las empresas.  Adhiérase, anúncielo y pase por el banco.  ¿Y el Desarrollo Sostenible? Bien, gracias.

No vale la pena analizar cada una de las 169 metas para ver donde pueden actuar las empresas. Hay tal variedad de empresas en el mundo y tales son necesidades que no hay duda de que siempre se encontrarán posibilidades de contribuir. [v] Pero lo importante es hacerlo donde este alineado con la estrategia, capacidades y posibilidades de la empresa.  En resumen, no crea en las prioridades de otros.  Analice su empresa, su contexto, sus posibilidades, sus capacidades y decida en que puede/debe contribuir. Y hágalo donde pueda tener impacto y pueda hacerlo de forma consistente y sostenible en el largo plazo.  Decisión personalísima. Como el análisis de materialidad (Materialidad: 12 principios básicos y una metodología para la estrategia de RSE. IIa. Parte).

Y como muy bien dice Mallen Baker en un artículo en su blog Will the new UN development goals help or hinder business sustainability:

Mi expectativa es que los decisores tomarán nota de los nuevos objetivos y hablarán siempre respetuosamente de ellos --- hasta de forma entusiasta--- en principio.  Entonces identificarán sus propias prioridades basado en lo que tiene más sentido desde el punto de vista de sus mayores impactos y de sus stakeholders y dejarán de lado el insumo de la ONU sobre lo que es una prioridad en base a que la ONU no tiene el coraje de priorizar de frente a sus propios stakeholders. ……….Lo que no es un mal resultado.

V.              ¿Qué podemos y debemos hacer nosotros?

Es muy fácil decir que la responsabilidad la tienen los demás, pero de la lectura de este artículo le debe de haber quedado claro al lector que nosotros, las personas, como individuos, como consumidores, como miembros de organizaciones de la sociedad civil, como funcionarios públicos, como empleados o dirigentes, etc. somos los que tenemos la responsabilidad en el logro del desarrollo sostenible.  A fin de cuentas son las personas las que tomas las acciones y decisiones, claro está que dentro de un contexto de reglas de juego, pero podemos usar nuestra libertad de selección para contribuir desde dentro de las instituciones (empresas, gobiernos, medios, centros educativos, ONGs, ets.) y sobre todo como consumidores, favoreciendo las empresas que asumen sus responsabilidades ante la sociedad y lo informan. El consumo responsable cae sobre nosotros.  Pero para ello necesitamos también gobiernos, medios de comunicación e instituciones de la sociedad civil responsables y activistas que diseminen esta información.  El reciente caso de Volkswagen ha sido paradigmático de lo que se puede lograr con la asociación de consumidores, medios, gobiernos (el de California y el de EEUU porque los europeos estaban dormidos) y sociedad civil (ver mis artículos Rankings de RSE y el fraude de Volkswagen y La maldición de la RSE: El VWatergate )

En resumen

Los ODS ofrecen una ambiciosa, aunque lamentablemente desenfocada, guía para las empresas que quieren reconsiderar cuál es su responsabilidad ante la sociedad y tomar acciones.  Las 169 metas son tan amplias que hay para todos, pero de allí el riesgo de tentar a las empresas a involucrarse en actividades donde no tendrán impacto, donde no tienen ventajas comparativas.  Las empresas deben analizar su estrategia de negocios y de responsabilidad, el contexto en que operan, sus capacidades financieras y gerenciales y contrastarlo con las necesidades que plantean los ODS y decidir que pueden hacer.  Algunas empresas, las más avanzadas, a lo mejor podrán ir más allá de adaptar sus estrategias, ampliándolas y expandiendo su campo de acción.  Pero estas son pocas.

Y nosotros, como consumidores, empleados, dirigentes, funcionarios, políticos, académicos, etc debemos ejercer nuestro poder para exigir comportamientos responsables e información sobre ellos……. Y consumir responsablemente.




[i] En el artículo ¡Aleluya! Los ODS ya están entre nosotros   Jaime Silos de Foretica citado en la nota al pie 4 en la primera parte de esta artículo hace precisamente esto.  Para demostrar el potencial que tienen las empresas de contribuir a los ODSs hizo un análisis de lo que las empresas calificadas como “best in class”  por RobecoSAM, que hace las calificaciones para el Dow Jones Sustainability Index, reportan que están haciendo en las áreas cubiertas por los ODS. No es de sorprender que siendo 17 objetivos y 169 metas algo están haciendo.  Si hacemos una donación para una escuelita estamos contribuyen al objetivo 4 sobre educación.  Si regalamos medicinas, estamos contribuyendo al objetivo 3 de buena salud.  Es de recordar que en esta calificación las empresas incluidas son de las más grandes del mundo.

[iii] Ver mi artículo Cuarto Sector: Hacia una mayor Responsabilidad Social Empresarial. Publicado en la Revista de Responsabilidad Social de la Empresa, sep-dic 2012.

[iv] Este es uno de los temas de la reciente Encíclica del Papa Francisco, Laudamo si: Sobre el cuidado de la casa común”  (ver mi análisis en Encíclica Laudamo si: Implicaciones para la responsabilidad de las empresas ante la sociedad)

[v] La empresa de consultoría Corporate Citizenship ha hecho un extensivo análisis de las posibilidades de contribución de las empresas en cada uno de los 17 objetivos, SDS 2015 que recomendamos consultar.

sábado, 10 de octubre de 2015

Está muerta la RSE?: Una vez mas, Creación de Valor Compartido y la RSE


Parecía que iba a ser el debate del siglo. Enfrentar a John Elkington, creador del Triple Bottom Line, con Mark Kramer, co-patrocinador de la Creación de Valor Compartido (CSV en inglés) tratando de dilucidar si la RSE estaba muerta.  Fue un debate celebrado en Londres y organizado por Barclays el 8 de octubre de 2015 y transmitido por internet.  Pueden seguir su desarrollo en el Twitter hashtag #BarclaysDebate. 

En este artículo usamos el desarrollo del debate para puntualizar las erradas interpretaciones que se tienen de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, en particular las de los proponentes del CSV.



Obviamente que la RSE empezaba en desventaja.  El título del debate era: Is CSR dead?  No era: Does CSV add anything to CSR? Que hubiera sido el título que yo le habría dado (no, no soy imparcial).  O sea, que la carga de la prueba recaía en la RSE en demostrar que estaba viva.  Lamentablemente John Elkington, que fue para defender la RSE ni la mencionó, su defensa fue lamentable, parecía que le aburría hablar de algo tan “banal” como la RSE.  Parecía que no tenía nada que ganar ni que perder ya se había movido a otras ideas en su vida profesional.  En mayo del 2011 había publicado un artículo excepcional contrastando la superioridad de la RSE sobre la CSV, pero no mencionó ninguno de sus argumentos (Don't abandon CSR for creating shared value just yet).

Kramer por otra parte, tratando de defender su mina de oro de consultoría en CSV, hizo un elocuente ataque a lo que él cree que es la RSE, o sea, lo que hacen muchas empresas de hacer algunas “cositas” para complacer a sus stakeholders, sin convicción, sin integrarlo en el negocio, algo ocasional, agregado, circunstancial, respaldado por buenas campañas de greenwashing. Es la versión de la RSE que él y Porter declararon muerta en el ya famoso artículo del Harvard Business Review. [1]  Es la gran confusión entre lo que debería ser la responsabilidad de la empresa ante la sociedad la RSE y el (ab)uso que muchas empresas hacen del término RSE.

Para defender la superioridad de la CSV sobre la RSE enfatizó la creación de valor económico sobre la destrucción de valor que hace la RSE (recuérdese lo que para él quiere decir “RSE”).  Argumentaba, correctamente, que para lograr la aceptación de los dirigentes era necesario destacar  la creación de valore económico de la CSV.  Sí, para venderlo es una buena idea pero no es el fin, es un medio, temporal. En efecto,  podíamos concluir que sin decirlo, consideraba la CSV como la parte de la RSE que sí rinde beneficios financieros tangibles, o sea, el argumento empresarial de la RSE.  Donde se quedaba corto era en admitir que la responsabilidad de la empresa ante la sociedad no puede, en todos los casos, rendir beneficios tangibles en el corto plazo.  Su visión de la CSV es de corto plazo y eminentemente financiera, aunque deba crear beneficio social…..simultáneamente.   Su concepción no admite actividades que no rindan beneficios medibles en el corto plazo.  Una visión del papel de la empresa en la sociedad miope, cortoplacista, tradicionalista.  De hecho llegó a estimular una discusión sobre las fallas del capitalismo.  

Lamentablemente todo el evento se desenvolvió sin que nadie dijera que entendían por RSE, a sea que se discutía la vida o muerte de algo que no se sabía que era, o peor, que cada uno tenía su idea de que era pero no lo externalizaba, o peor aún, que el acusador (Kramer) había identificado mal.  Esta es la maldición de la RSE.

Tal fue la pobre defensa de Elkington que al final de debate, antes de saber los resultados de la votación del público, concedió la derrota al decir que deberían unirse la RSE y la CVC para crear algo nuevo (¡nuevas oportunidades de consultoría! digo yo) y luego cuando leyeron los resultados de la votación quedo sorprendido, creía haber perdido por K.O.  La votación antes de comenzar era de 55% a favor de que la RSE no está muerta y al final el resultado fue de 75% a favor. Ganó la RSE por goleada a pesar de la no-defensa de Elkington, gano por méritos propios, por el convencimiento de los que aparentemente si saben que significa.  Tampoco es que hay que regodearse por esto, la muestra de votantes puede no ser representativa.  Lo importante es la discusión conceptual.

Para el que no vio el debate, es de puntualizar que el formato no era conducente a la discusión. No fue un debate.  Ambos ponentes hicieron una introducción a sus posiciones por siete minutos, luego se pasó a comentarios de la audiencia que estaba en el evento por casi una hora, después hubo una intervención por parte de los refuerzos que cada uno trajo y luego un cierre de tres minutos para cada uno. El moderador se quiso robar el show y era obvio su sesgo en contra de la RSE.

El refuerzo de Elkington era Patrick Thomas de Covestro (que es la ex división de materiales del Grupo Bayer) que hizo una defensa de la amplitud de miras y la visión de conjunto que otorgada el modo de pensar de la RSE, en contraposición a la visión incrementalista y oportunista de la CVS.  Puso como ejemplo la innovación que su empresa había logrado al pensar no solo en mitigar el problema de cambio climático sino tratando contribuir a su solución.  Kamer vino acompañado de la Directora de Relaciones Públicas de Nestlé, los inventores de la Creación de Valor Compartido, quién mostró los resultados que la estrategia de CSV le produce a Nestlé en los temas centrales de la empresa.

Después de las intervenciones del público, algunas de las cuales se quejaban que nadie hablaba de ética, compliance, cambio climático, escasez de recursos planetarios, etc. (y yo añado: de corrupción, de derechos humanos) la representante de Nestlé se vio forzada a admitir que “obviamente nuestra CSV descansa sobre una base del buen comportamiento, de cumplir con regulaciones nacionales e internacionales, etc.”. Terminó reconociendo que la CSV es solo una parte de la estrategia global de  responsabilidad.  Como he venido sosteniendo desde la publicación de la “gran idea” de la CSV: Que la CSV es solo una parte de la RSE.  Es irónico que la gran defensora del CSV, Nestlé, no crea más valor para la sociedad, prefiere recomprar sus propias acciones en bolsa y así darle el valor creado a sus accionistas antes que compartirlo con la sociedad al invertirlo en sus actividades productivas que supuestamente crean valor compartido con la sociedad (ver Valor compartido o valor extraído: El caso de Nestlé …….. y otras empresas).

Al sentirse vulnerables también intervino una socia de Kramer que se había infiltrado en la galería como parte del público para decir que “obviamente que también hay que considerar estos temas”.  Terminó describiendo la versión moderna de la RSE[2]

Bueno, al final no lograron matar a la RSE.  Pero si es una advertencia para todos nosotros: su implementación es deficiente y se corre el riesgo que la maten si no la cuidamos.

Para mayores detalles sobre el contraste entre RSE y CSV ver mis numerosos artículos en RSE y creación de valor compartido: Mis artículos (actualización).

Y como dice la canción de Peret: No estaba muerto, estaba de parrandaNo te pierdas el video. (Cualquier parecido físico conmigo es pura coincidencia, no somos gemelos).

Estuve tuiteando frecuentemente durante el debate.  Reproduzco mis tuis


Very sad that the discussion in the debate did not start with with what we understand as #CSR Confusion continues. Pity #BarclaysDebate

@nestlecsv explanation of CSV seems to be that they have a CSV strategy WITHIN a #CSR program. Admits CSV IS PART of CSR #BarclaysDebate

@volansjohn did NOT WIN the debate #CSR did in spite of his non-defense .#BarclaysDebate
#CSR makes you think about the society and the planet. CSV makes you think about the problem at hand and think incrementaly #BarclaysDebate

According to Mark Kramer thesis his mother is worthless because her value cannot be measured in $. She is worth a lot. #BarclaysDebate #CSR

CSV ignores ethics and compliance issues because they cannot be measured #CSR does. #BarclaysDebate

CSV ignores environmental issues,corruption,employee wellbeing, etc. CSR does not #BarclaysDebate

CSV is a small subset of #CSR. Mark Kramer confuses the concept with the abuse that greenwashers make of it. #BarclaysDebate

@FSGtweets Mark Kramer is showing his ignorance of what #CSR is in the #BarclaysDebate Wants to ignore everything that cannot be valued in $

Know your victim before you attempt to kill it #BarclaysDebate Porter and Kramer try to kill a dead version of #CSR




[1] Ver mi análisis de ese artículo en  Si no está roto no lo arregles: Porter y Kramer sobre RSE que ha sido el artículo más leído de mi blog, con creces, 30 veces más que el artículo promedio.

[2] En el 2015 su empresa de consultoría había organizado una conferencia sobre CSV donde incluyeron una sesión de filantropía porque también eso era parte de la CSV, cuando hasta ese entonces se habían dedicado de deprecar sobre la filantropía (es que para obtener el apoyo de algunas empresas no podían atacar a sus fundaciones.