domingo, 11 de marzo de 2018

Economía del bien común y RSE: ¿Juegan en la misma liga?



Seguro que mis lectores no se habían percatado.  Escribo sobre casi de todo lo que tiene que ver con la RSE pero hasta ahora había resistido escribir sobre la Economía del Bien Común, EBC.  Sinceramente porque no creía que el asunto valía la pena y ahora que he terminado el artículo estoy todavía más convencido.  Pero para poder opinar con criterio hay que saber de lo que se habla, por ello lo he estudiado más a fondo.  Espero que la discusión que sigue pueda contribuir un poco a mejorar su comprensión y aclarar su potencial contribución al bienestar de la sociedad y su relación con la RSE, y de paso estimular una discusión (aunque, como en caso del estímulo a la RSE, la indiferencia de las partes interesadas lo hace improbable). [1]

I.                Una fábula

Empecemos con mi versión de una fábula, no muy conocida pero que es muy ilustrativa de la EBC:

Se encontraban tres náufragos en una isla desierta, con solo arena y algunos árboles y desechos de arbustos, cuando de pronto las olas traen una gran lata de atún.  El problema es como abrirla.  El físico sugiere calentarla a alto fuego esperando que el diferencial de temperatura interna y externa permita abrir una grieta en la lata. El ingeniero químico propone enterrarla en la arena, cubierta en parte por el agua salada ya que siendo el sello de la tapa de un metal diferente al de la lata, con el agua salada se producirá una microcorriente eléctrica que corroerá el borde y al presionarla se podrá abrir la lata.  A lo que el economista dice:  Yo tengo una solución más sencilla: supongamos que tenemos un abrelatas…………..  Parece que al final el físico y al ingeniero desistieron de abrir la lata y se comieron al economista (transparencia: soy ingeniero químico, disculpas con los economistas).

II.              ¿Qué es la Economía del Bien Común?

Supongamos, supongamos, supongamos…

Según el autor de la inciativa: “La Economía del Bien Común se define como un sistema económico alternativo apartidista, que propone construir en base a los valores humanos universales que fomentan el Bien Común. Situamos nuestro foco de acción en la cooperación y no en la competencia, en el bien común y no en el afán de lucro.”…… “La dignidad humana, la solidaridad, la sostenibilidad ecológica, la justicia social, la transparencia  y la participación democrática son elementos sustanciales para ello” . Esta declaración es laudable y refleja principios de aceptación generalmente universal (por lo menos en Occidente), aunque difíciles de implementar en la práctica. Pero como punto de partida no debería haber objeciones. El problema es cómo se traducen en la práctica.

El lector interesado puede consultar el libro que dio origen al concepto, La economía del bien común por el economista austríaco Christian Felber, autor muy prolífico de más de 10 libros traducidos a varios idiomas, y fundador de Economy for the Common Good, desde donde promueve la EBC.  El lector que solo tiene curiosidad se puede limitar al sitio economiadelbiencomun.org, aunque lamentablemente este sitio y el de la iniciativa en inglés contienen muy pocos detalles sobre lo que es la ECB. También se puede escuchar un resumen en la charla TEDx de Christian Felber (el que está de cabeza es el autor).



 El portal de la Economía Solidaria (independiente de la ECB) incluye un buen resumen de 20 puntos centrales, que resumimos a continuación, incluyendo solo 12 que consideramos los más relevantes, con algún comentario: 

1. La economía del bien común se basa en los mismos valores que hacen florecer nuestras relaciones: confianza, cooperación, aprecio, democracia, solidaridad. Hasta ahora, bien.
2. El marco legal económico experimenta un giro radical, cambiando las reglas del juego de afán de lucro y competencia por cooperación y contribución al bien común. ¿Cómo se hace para cambiar el marco legal en todos los países simultáneamente para no quedar en desventaja y evitar la competencia que según la EBC no es deseable? ¿Cómo se hace la transición del sistema actual al sistema ideal? ¿Cómo reacciona el mercado actual durante la transición?
3. El éxito económico no es medido por indicadores monetarios como el beneficio financiero o el BIP, sino con el balance del bien común (a nivel de empresas) y el producto del bien común (a nivel de sistema). Y los sueldos y demás gastos, ¿se pagan con el bien común?
4. Las empresas con buenos balances del bien común disfrutarán de ventajas legales: tasas de impuestos reducidas, aranceles ventajosos, créditos baratos, privilegios en compra pública y a la hora de reparto de programas de investigación, etc. Si cambia el marco jurídico presumiblemente se cambia para todas las empresas. ¿Pueden coexistir empresas de la EBC con empresas de la economía actual en el nuevo marco jurídico?
5. El balance financiero será el balance secundario. El beneficio financiero pasa de ser fin a ser medio. Éste sirve sólo para aumentar el ‘nuevo’ fin empresarial: Aportación al bien común.  Las empresas del Cuarto Sector hacen un balance entre ambos objetivos (ver Cuarto Sector: Hacia una mayor Responsabilidad Social Empresarial), pero no se puede priorizar el segundo a costa del primero:  Si la empresa no es rentable deja de existir.
8. Las diferencias de ingresos y patrimonios serán limitadas: Ingresos máximos de por ejemplo 20 veces el salario mínimo. Propiedades que no excederán p. ej. los 10 millones de euros, el derecho de cesión y herencia, 500.000 euros por persona, en empresas familiares a 10 millones de euros por hijo. El excedente sobre estos límites será repartido a través de un “fondo de generaciones” como “Dote democrático” a las siguientes generaciones. Sin comentarios.
9. En grandes empresas a partir de un elevado número de empleados (por ejemplo, más de 250) los derechos de decisión y propiedad pasan parcial y progresivamente a los empleados y ciudadanos. Y, ¿qué hacemos con los accionistas y dueños actuales que son los que aportan el dinero? ¿donan la propiedad a los empleados y ciudadanos? ¿Cómo se aumentará el capital en estas empresas para financiar su crecimiento o períodos de pérdidas? (esta fue la razón del colapso de la Cajas de Ahorro en España).
11. Un bien democrático importante es el banco democrático. Sus servicios consisten en depósitos de ahorro garantizados, cuentas corrientes gratuitas, créditos de interés reducido y créditos de riesgo con plusvalía social y ecológica. El Estado se financia primordialmente a través de créditos sin interés del Banco Central. Los mercados financieros en la forma actual ya no existen.  Un desconocimiento total de las funciones del sistema financiero y del papel del Banco Central en la regulación y promoción de los mercados y la economía.
14. El crecimiento económico deja de ser un fin. Un nuevo objetivo será la reducción de la huella ecológica de personas privadas, empresas y naciones, hacia un nivel globalmente sostenible y justo. menos llevar una vida en dignidad. ¿Qué impacto tiene esto sobre el empleo y la reducción de la pobreza?
15. El horario de trabajo retribuido se verá reducido escalonadamente hacia la marca, deseada por mayoría de 30 a 33 horas semanales. Puede contribuir a la creación de empleo, pero también a la reducción de los ingresos familiares.
16. Cada décimo año en la profesión es un “año sabático” que será financiado a través de un salario mínimo incondicional. Interesante vivir un año con el sueldo mínimo.
19. Para afianzar en los niños los valores de la economía del bien común y poderlos practicar, el sistema de educación debería estar orientado igualmente hacia el bien común. Interesante, sin olvidar estimular la iniciativa, responsabilidad y creatividad individual.

El lector se puede formar su propia idea de la factibilidad práctica de estas ideas. El título del libro en inglés que propuso la ECB es muy indicativo, Change Everything, así de sencillo, cámbialo todo.

En la ambición de la idea de ser completa incluye todo tipo de acciones, que deben lograse simultáneamente.  Mezcla acciones que están a nivel de empresas con acciones a nivel de la economía en general, en buena parte en manos de la sociedad y en particular de políticos y gobernantes.  La EBC transciende las empresas ya que está fundamentada en acciones que están fuera de su control, algunas de las cuales son tan radicales que sería imposible lograr consenso.  Quien mucho abarca poco aprieta. Por querer ser completo se salta del mundo de lo razonable, aunque imperfecto, al mundo de la utopía.

III.            Logros según los promotores

a.      Aceptación
Alegan los siguientes logros (además de la institucionalidad comentada abajo), pero nótese que no se habla de resultados o de impacto: 2000 empresas se han adherido (no hay nombres), tres bancos han hecho el Balance del Bien Común, la Universidad de Barcelona ha presentado una cátedra en EBC, una escuela técnica planea un máster en EBC, docenas de comunidades se han acoplado y la EBC se ha introducido en dos programas de gobiernos locales en Alemania.

Uno de los logros que alegan que es digno de comentar, por la importancia que le dan, es la producción de un “dictamen de iniciativa” en el 2015 por la Comisión Económica y Social Europea, CESE, que es un órgano consultivo de la Unión Europea compuesto por 350 personas, representantes de tres grupos: empresarios, trabajadores y sociedad civil (emite entre 160 y 190 opiniones y reportes al año).  El dictamen propone la creación del “Mercado Ético Europeo” que medidas que incluyen etiquetado ético, compra pública ética, comercio interior ético, comercio exterior ético, emprendedores por el bien común, consumo ético, banca ética y bolsas de valores del bien común.  Es ilustrativo del rigor del dictamen que para realzar la EBC dicen que es “un enfoque holístico cuyos conceptos están cerca de los valores fundamentales de la Economía Social, la Economía Circular, la Economía Participativa, la Economía de la Funcionalidad, la Economía Basada en los Recursos y la Economía Azul”. ¿¿Cuántas economías se necesitan???   También es ilustrativo que en sus logros dicen que la “Comisión Europea tiene intención de incorporar la Economía del Bien Común en el derecho europeo”.  Esto es indicativo de una gran ilusión cercana al delirio.  No hay evidencia de que el dictamen haya tenido efecto alguno.

b.     Institucionalidad
Comentaremos brevemente la institucionalidad que respalda el movimiento de la EBC porque ayuda a entender su motivación y expectativas. Se define a sí misma como un “movimiento” y por ende se basa en la captación de adeptos.  No ha transcendido más allá de un pequeño grupo de personas e instituciones que buscan cosas nuevas para enriquecer sus actividades (es sintomático que en España son miembros de la Asociación respectiva tres municipios: Sevilla, Orendaín (200 hab.) y Miranda de Azán (420 hab.)). Es más parecido a un movimiento ideológico, basado en una idea y un líder en contraste con el “movimiento de la RSE” que es completamente abierto, sin lideres autonombrados, con evolución basada en la experimentación, buenas prácticas, convencimiento propio, sin necesidad de adhesión ni membresía.

Dicen que en todo el mundo han surgido 150 grupos locales que se denominan “campos de energía” (¡¿?!)  que son un colectivo asociativo que en cada localidad colabora en la realización de los objetivos de las respectivas asociaciones nacionales, que se han creado en 21 países, incluyendo 12 europeos.  En Iberoamérica el movimiento se ha extendido con una asociación en España, la Asociación Federal (¿?) Española para el Fomento de la Economía del Bien Común AFEF-EBC (la palabra “federal” refleja el origen germánico del movimiento), con grupos locales en 19 provincias, y hay asociaciones en 5 ciudades de Argentina, en Brasil, Colombia, Chile, México y Perú.

IV.            ¿Ha comparación entre el ECB y la RSE?

De la discusión precedente debe haber quedado claro que la ECB es un concepto más amplio que la RSE, aunque tienen áreas de superposición.  La EBC pretende fomentar el mejoramiento de la sociedad a través de actuaciones a nivel de la economía como un todo, las políticas públicas, la institucionalidad de la economía, el sistema jurídico, entre otras acciones, y propugnar un cambio de objetivos para las empresas, de pasar del objetivo primario de obtener resultados financieros a otro primario de contribuir al bien común.  El foco es la economía y de paso uno de sus integrantes claves, las empresas.  ¿Es factible “cambiarlo todo”?).

La RSE por otra parte no tiene como objetivo primario el mejoramiento de la sociedad, su foco es la empresa y la contribución que esta puede hacer para logar esta mejora.  El entorno económico-jurídico es exógeno, se opera en el contexto existente, aunque ello no obsta para que las empresas, sobre todo a nivel de colectivo, estimulen el mejoramiento del entorno económico para poder cumplir mejor su función.  Pero toma por un hecho que es el sector público el que tiene responsabilidad primaria por ese entorno.  

La RSE no llega tan lejos, a pedir que las empresas cambien sus objetivos financieros por objetivos de bien común.  Se limita a exigir que las empresas asuman su responsabilidad ante la sociedad tanto por sus impactos pasados, presentes y futuros que tuvo, tenga y tendrá, como por los que quiere tener para contribuir a mejorar la sociedad.  Propugna que los objetivos financieros no se opongan a los del bien común. En un nivel un poco superior de RSE (por ejemplo, empresas con fines de beneficios), se propugna un balance entre ambos pero nunca la primacía del bien común sobre los resultados financieros.  Hay conciencia de que la prioridad es ser una empresa financieramente sostenible para poder ser social y ambientalmente sostenible.  Son los resultados financieros los que permiten a las empresas contribuir a la sociedad.

Si la EBC es un concepto más amplio, de mayores beneficios sociales, ¿Por qué no se adopta?  Es que el problema no es teórico, es real, se debe poder implementar y la EBC es utópica en muchos sentidos, empezando por quien es responsable de hacerlo. En la RSE se sabe quienes son los responsables de actuar, en tanto que en la EBC, aparte de lo correspondiente a las empresas, nadie es responsable.  ¿Quién toma la iniciativa? ¿A quién corresponde cambiar el marco jurídico, las instituciones, las políticas públicas, etc.?  ¿Porque lo van a querer hacer? ¿Cuáles son los incentivos?  ¿Hay consenso en hacerlo?  Habrá ganadores y perdedores con el cambio ¿Qué acciones toman los perdedores? ¿A quién exigimos responsabilidad por la implantación de la EBC?

Que la implementación de la RSE deja mucho que desear no hay duda, pero es factible, tiene impacto.  No es tan ambiciosa como la EBC pero es efectiva, dentro de sus limitaciones.  Y antes de movernos hacia ideas utópicas nos convine trabajar en fortalecer las que son factibles.   “Lo mejor es enemigo de lo bueno”.

V.               En resumen

La EBC tiene ideas laudables y se basa en la idea de que si se quiere lograr algo hay que apuntar mucho más arriba.  Como dijo Arnold Toynbee (historiador, 1889-1975): “La mejor manera de lograr un objetivo no es buscar lograrlo, si no lograr uno más ambicioso”.  Pero debemos encararlo con los recursos disponibles y de conformidad con la realidad a la que se enfrenta.  Si no se tiene un grado de realismo, lo que se obtiene es frustración. 

Se quiere llegar de una orilla (situación actual) a la otra (situación ideal) que están separadas por un abismo.  Si no reconoces la existencia del abismo te estrellas en el camino. Si se conoce y reconoce se buscarán rutas alternativas, a lo mejor más lentas pero en la dirección correcta y a lo mejor a un nivel inferior al ideal.  Esta es conceptualmente la gran diferencia entre la ECB y la RSE.  La primera no reconoce el abismo, está obsesionada con llegar a la otra orilla.  La segunda, la RSE, está plenamente consciente de ello y sabe que el camino es arduo, que hay oposición, obstáculos, indiferencia, pero trata de mover a las empresas, algunas más rápido, algunas con mayor profundización, cada quién como puede con lo que puede, pero se conoce el objetivo y se afronta sin ilusiones (en el sentido de “iluso” no en el sentido de esperanza, que esta si se tiene).

Supongamos, supongamos, supongamos que todos somos buenos, que el mundo es perfecto, que los gobernantes son honestos, que hay consenso entre los partidos políticos sobre lo que conviene a la sociedad, que las empresas tienen como objetivo primario el bienestar de la sociedad, que todos nos ponemos manos a la obra.  

Supongamos que la economía del bien común es la solución.  Supongamos que tenemos un abrelatas…………… o nos comemos al economista.





[1] Antes o después de leer este artículo se sugiere la lectura de una entrevista a Marta Avesani, publicada en AgoraRSC: Bien Común, Responsabilidad Social, y B Corps. ¿Avanzan igual hacia la sostenibilidad?  De más está decir que son posiciones contrapuestas, así el lector se podrá formar su propia idea.

2 comentarios:

Miguel Llofríu Terrasa dijo...

Muchas gracias por ilustrar tan bien las bondades y probables límites de la EBC.
Leyendo la entrada, me venía a la cabeza el cuadro de La escuela de Atenas de Sanzio. Desde mi perspectiva, en el centro de esa obra, Felber sería Platón con la mano hacia arriba, señalando al mundo de las ideas (el mundo ideal, perfecto, arquetípico) y tú Aristóteles, con la mano hacia abajo, señalando el mundo sensible (el mundo concreto, fáctico, limitado). Quizás la diferencia entre ambos sea una cuestión de ritmo. Estoy seguro que coincidimos todos en que el modelo actual no genera un futuro sostenible. A partir de este principio las propuestas de "enmienda" van desde ofrecer pasos seguros y concretos a grandes visiones y horizontes.
No creo que el tema sea optar entre EBC o RSE sino más bien en integrar o buscar las sinergias de ambas opciones. La EBC puede ser un horizonte al cual tender (no es el único, como bien indica el dictamen) y la RSE puede ir generando las condiciones de posibilidad para que esos horizontes lejanos pasen de la utopía a la alternativa.
Respecto del tema de la finalidad de las empresas, creo que cada vez hay más consenso en que ésta no puede ser únicamente la búsqueda del beneficio financiero. Esta claro que sin beneficio no puede haber empresa a medio plazo (a corto se pueden soportar etapas negativas). Pero una cosa es que el beneficio sea necesario y otra es que sea la única razón de existir de la empresa. La diferencia en este punto de partida entre buscar sólo el beneficio o tener en cuenta otras variables, desde mi perspectiva es lo que une a la RSE y la EBC (y otros movimientos). Ahora, el tema es proponer, como muy bien haces tú, opciones concretas y críticas para que ese cambio sea significativo y consecuente. Y, quizás a partir de esa nueva concepción de empresa podamos plantear un mundo mejor (o, como mínimo, menos nocivo -en lo que hay de mejorable- que el actual).
Así pues, enhorabuena por potenciar la RSE. Por cierto, ¿te has preguntado alguna vez cómo sería el mundo empresarial si te hicieran caso? Desde aquí, me gustaría pedirte una entrada de blog sobre cómo sería la cultura empresarial siguiendo las pautas, sugerencias y consejos de Antonio Vives... quizás la EBC te dedique un capítulo ;)

Alvaro Nossa dijo...

Estimado Antonio, frente a la pregunta del título, tal vez si jueguen en la misma liga, pero por las reglas de juego, ambas están lejos de los primeros lugares de la tabla. Igual hay que mantener el discurso para evitar el descenso.